Académico Rodrigo F. Herrera escribe en Revista Negocio & Construcción
Publicada en Revista Negocio & Construcción
Durante todo el ciclo de vida los proyectos que realizamos en la industria de la arquitectura, ingeniería y construcciones, nos vemos sometidos al continuo ejercicio de toma de decisiones. Algunas de estas son domésticas y no tienen gran impacto en los proyectos; sin embargo, otras son fundamentales para el desarrollo exitoso del proyecto. Muchas veces las decisiones que se toman tienden a focalizar fuertemente el análisis en el costo de las alternativas, siendo que múltiples estudios han demostrado que las decisiones que consideran sólo los costos nos pueden llevar a decisiones poco exitosas; incluso, existe el dicho popular “lo barato cuesta caro”, por lo que sabemos empírica y culturalmente que no podemos tomar decisiones sólo considerando el costo de las alternativas. Por lo tanto, es necesario considerar múltiples criterios en el ejercicio de toma de decisiones, como, por ejemplo, criterios de calidad, ambientales, sociales, de seguridad, de interacción, entre otros.
Teniendo cerrada la discusión de los múltiples criterios, es necesario tener un método estandarizado para tomar la decisión. Para esto existen múltiples opciones, desde la clásica suma ponderada de factores, el método analítico jerárquico (AHP, por sus siglas en inglés), métodos basados en distancia, otros basados en el valor o la utilidad, entre otros.
Dentro de la comunidad Lean Construcción, uno de los que ha tomado bastante relevancia es el método de selección por ventajas (CBA, por sus siglas en inglés), el cual, en mi opinión, tiene tres grandes cualidades: aísla la variable de costos para no contaminar a las otras dimensiones, quita de la ecuación los factores en donde no existen diferencias entre las alternativas, primero desarrolla una parte objetiva resumiendo los atributos y luego la subjetiva entregando importancia a las ventajas.
Un elemento clave de mencionar es que todos los métodos incluyen cierto grado de subjetividad, y una forma de combatirla es realizar el ejercicio de toma de decisiones de forma colaborativa. Obviamente, si hacemos la toma de decisión de forma aislada y centralizada, la posibilidad de sesgo aumenta considerablemente. Ahora bien, si involucramos a diferentes especialistas técnicos y personas interesadas al proyecto, será posible generar un diálogo constructivo que nos permitiría reducir en cierta medida el sesgo de una única persona. Por lo tanto, para que la toma de decisiones sea sana, será necesario considerar múltiples criterios, ocupar métodos estandarizados, y, por último, incluir la colaboración y diversas perspectivas en el ejercicio de toma de decisiones durante todo el ciclo de vida de nuestros proyectos.