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El Área de Investigación y Postgrado de la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, realizó el pasado miércoles 3 de abril la “Ceremonia de Entrega de Diplomas de la Academia I+D”, en el Auditorio de la Escuela de Ingeniería Bioquímica.

La premiación destacó a estudiantes de pregrado y postgrado en tres ejes estratégicos: investigación, innovación y formulación de proyectos concursables, en el marco del Proyecto Ingeniería 2030, el cual, a través de la Academia I+D, tiene el propósito de otorgar una preparación integral para los y las estudiantes de Ingeniería que están interesados en continuar una carrera en el área de Investigación y Desarrollo.

Dos de nuestros estudiantes de la Escuela de Ingeniería Civil, Matías Muñoz y Benjamín Aravena, fueron parte de la Academia I+D y nos comentaron los detalles sobre su proyecto, el cual consistía en la Evaluación del efecto de un biopolímero a base de quitosano en la mitigación de la corrosión en distintos metales.

Matías Muñoz comentó que su iniciativa “buscaba implementar dicho biopolímero para evitar la corrosión mediada por microorganismos. El proceso inicia con la extracción de la Quitina, un polisacárido que se puede encontrar en las cascaras de los crustáceos, para posteriormente, mediante un proceso químico, transformarlo en Quitosano, un biopolímero que en la actualidad se utiliza para evitar la biocorrosión de implementos dentales compuestos por titanio”.

De esta manera, a través de su innovadora propuesta, se busca evaluar e implementar dicho biopolímero en acero, material que representa el 80% del consumo en el área de construcción y así extrapolarlo a diversas obras civiles, sintetizando el biopolímero en forma de pintura para recubrir el acero en las obras y así evitar la corrosión mediada por microorganismos.

Por su parte, Benjamín Aravena, mencionó que el proyecto significó un gran desafío: “Era el cierre de la academia y teníamos que plantear todo lo aprendido durante el semestre. El primer obstáculo fue generar una idea que abarcará ambas carreras, ya que este proyecto lo hicimos en conjunto con compañeras de la Escuela de Bioquímica, pero finalmente llegamos a un tema en común que es la oxidación en puentes. De esta manera, generamos una lluvia de ideas en donde, en base a investigaciones recientes, se había descubierto un polímero natural que permitía evitar la oxidación, lo cual era una solución sustentable”.

Sin embargo, a pesar de los desafíos que presentó este proceso, ambos coincidieron en que es una gran oportunidad para que los estudiantes pongan en práctica sus conocimientos y logran formular proyectos que respondan a las nuevas necesidades de la ingeniería:

Matías Muñoz señaló que “fue una experiencias totalmente enriquecedora. Aprendí cosas fundamentales que te preparan para la vida; desde cómo exponer frente al público, hasta buscar información de manera correcta. Lo que más destaco fueron las instancias que tuvimos para realizar trabajos y proyectos multidisciplinarios, el vincularse con ingenieros o estudiantes de ingeniería de otras escuelas refuerza enormemente tu criterio y amplía tus

conocimientos lo cual es muy importante para crecer como profesional”.

Por su parte, Benjamín Aravena destacó que “la Academia I+D nos entregó una serie de conocimientos. Tuvimos charlas de distintas entidades de la universidad. Por ejemplo, con Biblioteca PUCV tuvimos una charla muy buena respecto a la búsqueda de papers, entendiendo cómo funcionan las bases de datos y cómo funcionan las ecuaciones de búsqueda. También descubrimos los distintos financiamientos que da la universidad para ideas del alumnado y conocimos las distintas instancias que da el Gobierno para obtener financiamiento a futuras investigaciones”.

Finalmente, el llamado de ambos es a atreverse a investigar y a colaborar, ya que cualquier idea, por loca que parezca, puede ser el punto de partida para un proyecto que beneficie a miles de personas.

15/04/2024